LA RELIGIÓN DEL IMPERIO ROMANO
Antes de la llegada del Cristianismo la religión en el Imperio Romano se caracterizaba por ser politeísta. En ella se adoraban a varios dioses a los que se invocaba para diferentes cuestiones. Asimismo los romanos hacían una distinción entre las divinidades que protegían a la familia y las divinidades que protegían al Estado. Es muy extensa la lista de divinidades que poseían los romanos para nombrarlas aquí. Sin embargo no podemos dejar de nombrar a Júpiter, que era la divinidad de la luz a quien los romanos brindaban tributo y honores por ser la que simbolizaba las virtudes de la justicia, la buena fe y el honor. Además esta divinidad romana era la encargada de proteger al Imperio Romano. A él los sacerdotes paganos del imperio solían ofrecerle los ya conocidos circos romanos, para pedir la protección del gobierno.
Al surgir el cristianismo no tuvo grandes problemas con la religión politeísta del Imperio de hecho el estado no distinguía en un primer momento a los cristianos de los judíos. Fue recién en los tiempos de Nerón (año 64 al 68) donde comenzaron los conflictos con la religión cristiana, por ser ella una religión monoteísta con grandes contenidos humanistas.
La contienda surgió porque en el año 64 había ocurrido un incendio en Roma y Nerón acusó a los cristianos, incitado por el odio que los hombres del gobierno sentían hacia los mismos que por aquella época, dedicaban sus días a anunciar la caída del Imperio y la inminente llegada del Juicio final que había sido anunciado en el Apocalipsis.
Si bien el imperio Romano en sus conquistas había sido tolerante con las otras religiones, este no era el caso con el cristianismo desde la primera persecución iniciada por Nerón, se siguieron nueve más.
Las causas de las persecuciones se deben a varios factores. Ante todo que los cristianos se negaban a adorar a los dioses oficiales y a reconocer el carácter divino de los emperadores, esto provocaba dentro del Imperio un gran peligro en cuanto a la legitimidad política del poder.
Por otro lado la persecución a los cristianos, se convirtió en un modo de contentar a los sectores de la religión oficial y por último, la nueva religión de los seguidores de Cristo, atacaba fuertemente los órdenes establecidos por el Estado, por su gran dogma del ejercicio del amor fraterno entre todos los hombres.
Como las persecuciones eran tan frecuentes se había institucionalizado el sistema de los Circos Romanos, donde los cristianos eran condenados a morir devorados por los leones por “atentar contra leyes romanas”.
Este tipo de acto se había convertido en una manera de demostrar públicamente el poder del Imperio y si bien esta actitud tenía como finalidad demostrar lo que les ocurriría a los hombres que se convertirán al cristianismo, esto tuvo como contracara que la religión se extendiera más velozmente por aquel Imperio.
Los cristianos comenzaron a ser admirados por sus actos de valentía, porque era tan grande la fe que estos hombres poseían, que se entregaban voluntariamente a una muerte segura, siguiendo las enseñanzas de Jesús.
Fue de este modo, como la época de los mártires cristianos pasó a significar en la historia de la Iglesia Católica un verdadero testimonio de amor a Dios y a los hombres. Seguida a la primera persecución de Nerón, continuo la segunda iniciada por el Emperador Trajano que duró desde el año 97 al 117.
Luego llegó la tercera, ordenada por el Emperador Adriano que se inició en el año 117 y finalizó en el año 138. Culminada esta etapa, se inició un periodo de paz que suspendió las persecuciones hasta el año 161, año en que el Emperador Marco Aurelio reinició las mismas hasta el año 180, donde por un lapso de doce años volvió la paz.
Paralelamente, en el año 193, el Estado Romano entró en una extensa crisis política y económica, que se vio agravada por los intensos ataques de los pueblos bárbaros a las fronteras del Imperio. La situación era cada vez más dura.
Además a todos estos problemas se sumaban las rebeliones de los esclavos, promovidas por la nueva religión que fomentaba la igualdad entre los hombres. Esta cuestión dio origen a una nueva persecución por parte del Emperador Septimio Severo que duró hasta el año 211.
Entonces, hubo una nueva tregua con los cristianos hasta que llego al poder el Emperador Maximo Tracio en el año 235, período en el que se inició una nueva persecución que duro hasta el año 238.
Once años más tarde el Emperador Delcio volvió a derramar sangre de los seguidores de Cristo entre los años 249 y 251. En el año 253 asumió el poder del Imperio el Emperador Valeriano que continuó con la cruel obra de sus antecesores durante siete años más.
Para enfrentar la decadencia de Roma surgió una nueva dinastía de Emperadores de origen Ilirio, en el año 268, que impuso su autoridad por medio de una dura dictadura militar. Esta ante todo, se basaba en la promoción y defensa del patriotismo romano. Y por medio de las nuevas tácticas de su ejército pudieron frenar los ataques de los pueblos bárbaros.
Finalmente con la llegada al poder de Diocleciano en el año 284 no se impidió en un primer momento, el avance del cristianismo sobre su gobierno ya que habían llegado a sus oídos los milagros de su médico de cabecera San Pantaleón a quien Diocleciano le había perdonado la vida.
Sin embargo no podía bajo las presiones de sus asesores hacer oídos sordos a los pedidos de persecuciones a los cristianos de su yerno Galerio, porque si no el mismo Emperador podía correr el riesgo de ser acusado de pertenecer a la “nueva secta”.
Así fue como el 23 de febrero del año 303, el César Diocleciano firmó un decreto donde establecía la persecución de los cristianos y la captura, seguida por la flagelación y la decapitación para quienes tuvieran cargos públicos dentro del Imperio Romano y se hubieran convertido al Cristianismo.
Esta actitud ante los cristianos estaba justificada por el César, apelando a que los hombres que desempeñaban tareas especificas en la representación del Estado Romano, no podían dar el ejemplo de desobedecer sus juramentos como soldados del Imperio.
El martirio para tales casos se impartían en dos etapas: la primera era la flagelación, donde el hombre capturado podía arrepentirse y jurar servir a la religión oficial y la segunda etapa, consistía en la decapitación, por la negativa de seguir la religión del Imperio.
Sin embargo para que un hombre cristiano fuera considerado mártir, éste debía aceptar voluntariamente el martirió y luego debía haber padecido la muerte física.
El Soldado Romano
Cómo llegó el cristianismo a Armenia?
El Cristianismo arribó a la tierra de Armenia gracias a las misiones de los Santos Apóstoles Judas Tadeo, Simón y Bartolomé.
Allí la llegada de la buena nueva había tenido una gran acogida por parte de los pobladores, gracias a las grandes demostraciones de los elegidos de Jesús.
Ellos habían llegado a la ciudad de Meitene, situada al sur del Cáucaso.
La ciudad había sido fundada por la reina hitita Semiramis, alrededor del año 1100 A.C, se hallaba cercana al río Eufrates en la Mesopotamia y fue conocida en un principio con el nombre de Milídia.
Luego de la llegada de los romanos pasó a llamarse Melitene, por la derivación latina de Mélas, que era un rió que desembocaba en el Eufrates. Esta ciudad fue por mucho tiempo la Capital del pequeño reino hitita que allí se desarrolló.
Con la expansión del Imperio, la ciudad se incorporó a la conquistas de Roma y el Emperador Trajano, la transformó en una zona militar, por su ubicación estratégica con el extremo oriente y el Asia menor.
El cristianismo había sido aceptado de una manera muy especial en esta región, recordemos que el Apóstol San Bartolomé, había sido martirizado allí luego de destruir a los ídolos de la región con sus oraciones, provocando esto grandes conversiones en la zona. Sin embargo, como la ciudad era parte de los dominios de Roma, los cristianos fueron perseguidos cruelmente.
Hoy en día, este lugar es considerado el segundo en cantidad de mártires cristianos.
No hay datos exactos de cómo San Expedito llegó a la ciudad de Melitene.
Hay dos hipótesis:
La primera alude a que él nació allí. Pero no hay documentos que avalen.
La otra versión es que el Santo pudo haber nacido en Roma y fue enviado allí de su ingreso en el ejército como legionario.
¿Qué significaba ser soldado del Imperio Romano?
Hasta antes de su conversión, Expedito se dedicaba a ser soldado del imperio Romano en Armenia.
Por la tradición oral se sabe que él se enroló en el ejército, para servir al Emperador a fines del siglo II o principios del siglo III.
La misión que tenían los soldados, en aquella época, era la de contribuir a centralizar los intereses de Roma a todos los pueblos anexados al Imperio.
Los soldados romanos recorrían los pueblos y aldeas, exigiendo el pago de los impuestos que estaban destinados a solventar los gastos del Imperio.
Lo recaudado era utilizado para sostener el aparato de defensa, ante las invasiones externas, que provenían de los pueblos bárbaros.
Por otro lado, el Emperador Decio, ordenó que los ciudadanos debían hacer sacrificios a los dioses en presencia de las autoridades.
El objetivo de este mandato, era extender la religión politeísta del gobierno romano, hacia todos los ciudadanos que formaban parte de los pueblos conquistados, para así poder frenar la expansión del cristianismo, que cada día se propagaba más.
Esta ordenanza trajo muchos conflictos, dado que, por un lado, el Imperio Romano permitía la libertad de culto, y por el otro, también obligaba a seguir el culto oficial con el peso de la ley. Sin embargo los cristianos preferían la muerte antes de postrarse ante los ídolos romanos.
¿Qué tipo de soldado era San Expedito?
Los datos más exactos del tipo de actividad que desempeñaba San Expedito fueron descubiertos por un grupo de Jesuitas llamado Bolandistas.
Ellos se dedicaron a reconstruir lo más fielmente posible, la historia de la vida de este Santo.
De acuerdo con las conclusiones a las que ellos llegaron. Expedito fue comandante de la XiI Legión Romana, habitualmente llamada la Legión Fulminante del latín Fulminata.
Esta Legión estaba formada por 6.821 hombres que estaban a cargo de San Expedito, con el titulo de Tribuno o Primicerius, que equivalía a la primera jerarquía, este puesto se conoce hoy como General de División.
Las legiones de soldados del Imperio Romano estaban compuestas por un máximo de siete mil soldados contratados.
Ellos eran disciplinados y entrenados para defender el territorio que abarcaba el extenso imperio.
Cada legión se dividía en Cortes, Centurias y Decurias. Los legionarios a su vez estaban respaldados por la Caballería, que se destacaba en los campos de batalla, por su agresividad con el enemigo.
En los campamentos, la caballería era la encargada de levantar barricadas rápidamente para evitar los ataques enemigos.
La Legión se caracterizaba principalmente por la organización y el trabajo en equipo, lo cual era de suma importancia, ya que muchas veces vencían a sus enemigos por este motivo, dado que la táctica de combate era una acción en conjunto.
Habitualmente los bárbaros atacaban a los soldados del Imperio Romano en Hordas u Oleadas, donde cada clan por separado trataba de vencer en la batalla; y así eran derrotados con facilidad por los legionarios. Sin embargo, no hay que olvidar que esta también era una estrategia, ya que si un clan de los bárbaros era vencido, ellos no perdían todo su ejército.
Por otro lado, las Legiones Imperiales recibían un número de orden y un nombre. Por documentos se sabe, que en la época del emperador Nerón llegaron a existir 28 Legiones y este número creció considerablemente en los siglos posteriores.
La Conversión
PRIMICERIUS EXPEDITO El Soldado De DIOS
Según la tradición, la Legión Fulminante que dirigía Expedito estaba en guerra contra los pueblos Bárbaros en la región de Germania, que abarcaba el actual territorio de Armenia y Turquía. Los soldados del Imperio Romano se encontraban ya sin ánimo de ganar la batalla porque se habían quedado sin provisiones.
San Expedito, intentaba a toda costa darles esperanza para ganar la lucha, pero los soldados a su cargo padecían de hambre y sed. Esta situación, podía más que las palabras de su General de División.
La Fulminata se encontraba en peligro porque habían sido cercados por sus enemigos, ya no tenían escapatoria y todos morirían, a menos que ocurriera un milagro.
Los soldados conocían que los cristianos se arrodillaban y con los brazos abiertos en dirección al cielo se ponían a rezar, y Dios les enviaba milagros. Ellos habitualmente perseguían a los cristianos por estas prácticas, pero jamás las habían experimentado en carne propia.
Mientras tanto, los Bárbaros se acercaban amenazantes a los soldados comandados por Expedito y viendo que esto era el fin, todo el ejército romano se arrodilló y comenzó a rezar, pidiéndole a Dios una solución inmediata, ante la amenaza de los Bárbaros.
Los enemigos, perplejos por contemplar a 6.821 soldados del Imperio Romano arrodillados rezando, se quedaron inmóviles, mientras demoraban su ataque.
Unos instantes después, el cielo se tornó gris y comenzó a soplar un intenso viento, que desató sorpresivamente una gran tormenta. Cada vez la lluvia era mayor, convirtiéndose finalmente en una gran tempestad.
Esto provocó una gran confusión en el enemigo. Los soldados de Expedito, juntaron agua con sus cascos y calmaron su sed mientras recobraban sus fuerzas. Al cabo de unos instantes, la situación se había revertido y la Fulminata salió victoriosa en la batalla.
Este episodio milagroso dio lugar a que todos los hombres de la Fulminata reflexionaran acerca de la verdad de las palabras de los cristianos.
Ellos habían rezado al Dios de los Cristianos y habían sido escuchados. Fue así como la mayoría de los Legionarios se convirtieron a la nueva religión que adoraba a un único Dios, creador y salvador, que amaba a todos los hombres por igual.
Expedito conocía la historia de Jesús y según la tradición, él se conmovía con la historia de sus enseñanzas. El había escuchado la historia miles de veces, pero siempre ponía excusas para su conversión.
Cada vez que un cristiano se le acercaba, él lo escuchaba atentamente mientras le contaban como: “Todos los creyentes estaban muy unidos y compartían sus bienes entre si: vendían sus propiedades y todo lo que tenían, y repartían el dinero según las necesidades que tenían cada uno.
Todos los días se reunían en oración y en las casas partían al pan y comían juntos con alegría y sencillez de corazón. Alababan a Dios y eran estimados por todos; y cada día el Señor hacía crecer la comunidad con el número de los que El iba llamado para su salvación”
(Hechos 2,43-47)
No obstante, Expedito siempre dejaba su conversión al cristianismo para otro día, ya que él era un General de División del Imperio Romano y su tarea era la de perseguir a los cristianos, por no adorar a los dioses de la religión oficial.
Este motivo, era el que no le permitiría tomar la decisión de abandonarlo todo y convertirse al Cristianismo.
Al contemplar lo que había ocurrido con la Fulminata el ya no tuvo más dudas, y aceptó cargar su propia cruz, siendo plenamente consiente de que está decisión lo conduciría a una muerte segura si era descubierto.
El ya sabía lo que le pasaba a los soldados que se convertían al Cristianismo. Sin embargo, era tal el amor y la admiración que sentía por el Dios hecho hombre que resolvió seguir adelante pese a todo.
Una vez que él había conocido el poder de Dios Nuestro Señor ya no hubo marcha atrás ni peros posibles para eludir su destino.
El amaba a un único Dios y eso era todo lo que le hacia falta para decidirse, no existían más dudas, él debía dejar su cargo en el ejército de los hombres, para ingresar el ejército de los cielos.
Una vez que se convirtió dio su testimonio a todos los hombres con los que se cruzaban para poder compartir con ellos la gracia de Dios Único Salvador.
Los símbolos
Existe una tradición oral muy antigua en la que se narra la historia del Santo de el siguiente modo: “San Expedito era un militar, mas un día, tocado por la gracia de Dios, resolvió cambiar de vida. Fue entonces que se le apareció el espíritu del mal en forma de un cuervo negro que le gritaba: – ¡Cras! ¡Cras! ¡Cras!
Esta decisión ¡Déjala para mañana! ¡No te apures! ¡Espera por tu conversión!.
Pero San Expedito, pisó al cuervo y gritó: Hoy, nada de postergaciones” Hay dos maneras de representar a San Expedito.
La primera y más conocida sobre todo en América, es la imagen de un joven soldado romano, que sostiene en su mano derecha una Cruz con la inscripción de la palabra Hodie, que en latín significa hoy; y en la otra mano sostiene una palma que en la iconografía cristiana es el símbolo de los santos que han padecido el martirio, por su propia voluntad.
La cruz con la palabra hoy, hace alusión a la decisión de mártir de convertirse al Cristianismo hoy y no mañana, que se representa con la imagen de un cuervo negro con una cinta en el pico que dice cras, cras, cras (mañana, mañana, mañana).
El cuervo negro dentro de la iconografía religiosa habitualmente representa las tentaciones de la vida terrenal, que detiene al hombre para que no pueda llegar a Dios.
A los pies del lado derecho, se encuentra la imagen del cuervo que es pisado por el Santo y de su lado izquierdo, se encuentra el casco de soldado que es abandonado por San Expedito al tomar la decisión de pertenecer ahora al ejército celestial, por eso su cabeza ya no luce el casco y en lugar de éste, lleva la aureola.
La otra manera de representar a San Expedito
Sobre todo en algunos países europeos, es en la figura de un hombre anciano, con barba blanca que hace alusión a su madurez espiritual.
Y en vez de tener en su mano derecha la cruz, señala con su dedo a un reloj que en su centro tiene escrita la palabra Hodie (Hoy). Este reloj significa el paso del tiempo y la importancia de tomar la decisión antes de que el momento pase para siempre.
💓EL Martirio de Expedito💓
Luego de la conversión de Expedito y de lo ocurrido con la Fulminata, muchos soldados comenzaron a oponerse a participar de los ritos destinados a rendir tributo a los ídolos romanos.
Los nuevos soldados de Cristo, se negaban rotundamente a postrarse ante los dioses paganos.
Esta actitud del ejército disgustó mucho a Diocleciano, porque si bien, el Emperador respetaba la libertad de culto de los pueblos conquistados, no podía permitir una insurrección dentro de las tropas que representaban su Imperio.
El ejército, era la institución por excelencia que perseguía a los cristianos y no podía existir en él hombres que no siguieran a la religión oficial del Imperio Romano.
Fue de este modo, como Galerio, dirigente de las Provincias Romanas que estaban ubicadas en Asia Menor y a su vez yerno del propio Diocleciano, dio la orden de matar a Expedito por ser la cabeza principal de la Fulminata.
💓Expedito fue martirizado, en la ciudad de Melitene, en América, el 19 de abril del año 303, con la pena que recibirían los oficiales por haberse convertido al Cristianismo. Ella consistía en pasar primero por la flagelación y luego por la decapitación💓
Este dato se sabe con certeza porque los cristianos que no pertenecían al Imperio Romano, eran martirizados, con muertes más cruentas que ésta.
Luego de su muerte, no hay datos exactos sobre la localización de su tumba. Por tradición se cree que su cuerpo fue sepultado por los cristianos y que por seguridad, ellos no revelaron su localización exacta.
💓El título de mártir dentro de la Iglesia Católica💓
En la historia de la Iglesia Católica se le da mucha importancia a los mártires que existieron en los primeros siglos.
Esto se debe a que todos ellos fueron el testimonio vivo, del amor de estos hombres a Dios Nuestro Señor, en una época en la que el Cristianismo era una religión minoritaria.
Estos hombres fueron valientes defensores de su fe en un único Dios.
Es por este motivo que todos ellos eran perseguidos y encarcelados. Para que luego voluntariamente, aceptaran la tortura y la muerte que el Emperador de turno imponía.
Para unificar criterios la Comisión del Vaticano dedicada a la investigación de las causas de los Santos, establece dos características fundamentales para que un Santo sea considerado Mártir:
💓El término mártir viene del griego y significa Testimonio.
💓 Mártir es un hombre que acepta voluntariamente y con una total entrega a Dios, su muerte.
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